Una duda muy habitual entre quienes consumen café en casa es la referida a su almacenamiento. ¿Cómo y dónde debe guardarse el café? ¿En la alacena? ¿En el frigorífico? ¿En su envase original o en uno específico? Aunque hay opiniones para todos los gustos —porque el café es casi un rito en muchas casas, y los ritos, ritos son—, hay una forma indudablemente mejor de almacenar el café, tanto si está molido como si no; hoy te la vamos a contar.
¿Se pone rancio el café?
Este es un tema que ya comentamos hace algún tiempo en este artículo sobre la caducidad del café. Decíamos entonces que, si bien el café puede seguir consumiéndose normalmente después de la fecha de consumo preferente indicada en el envase, sí que va perdiendo cualidades con el paso del tiempo. Y es que el café, como cualquier otro producto de origen orgánico, se vuelve rancio.
Esta ranciedad ocurre cuando los aceites esenciales que encierra el grano se oxidan al contacto con el aire. El café pierde así su carácter y, poco a poco, calidad, por mucho que pueda seguir consumiéndose sin peligro.
La clave está, por tanto, en evitar, o al menos en retrasar en lo posible dicha oxidación. Pero, ¿cómo hacemos eso?
¿El café debe guardarse en el frigo? Conoce a los tres enemigos del café
El primer enemigo del café ya lo hemos nombrado: el aire. El oxígeno, elemento esencial en el proceso de oxidación (de ahí el nombre), estropea el café. Por lo tanto, la primera medida que debemos tomar es almacenar el café con la menor cantidad posible de aire para que no se oxiden sus aceites esenciales. Para ello lo ideal es contar con un recipiente con válvula de vacío, pero sin llegar tanta sofisticación, un bote de cristal hermético, o incluso el mismo envase original, doblado para extraerle el aire y bien cerrado, pueden servir.
El proceso de oxidación es más rápido en el café molido, ya que por su misma condición los aceites esenciales quedan expuestos. En el café en grano, aunque el proceso es más lento porque los aceites están hasta cierto punto protegidos, también ocurre. A menudo, el responsable es el segundo gran enemigo del café: el calor. El calor licua los aceites y los saca a la superficie. Si alguna vez has almacenado una bolsa de café en grano a más temperatura de la recomendable, es posible que te hayas encontrado con que, al abrirla, la bolsa parecía mojada por dentro. Eso quiere decir que los granos “han sudado” sus aceites y que el proceso de oxidación va a ser rápido.
Para que esto no ocurra, mucha gente guarda el café en el frigo. Es una buena medida, siempre que tomemos dos precauciones. La primera consiste en mantener el café en un recipiente hermético para que no coja olores; la segunda, en servir el café en el portafiltros y devolverlo al frigo inmediatamente. Si dejamos que se produzca un cambio de temperatura, se producirá un efecto de rocío que condensará la humedad sobre el café. Esta humedad, a la que podríamos otorgarle el título de “tercer enemigo del café”, terminará por dejarlo sin sabor.
Reciente, siempre reciente
En cuestión de café, los tiempos son muy importantes. Un café permanecerá en su máximo esplendor durante un par de semanas de ser tostado. Como la molienda también acelera su degradación, la infusión será mejor si el grano ha sido molido justo antes de la preparación. Y, finalmente, el café sabrá mejor si está recién hecho.
Por eso, el mejor consejo de almacenamiento que se puede dar a quienes buscan un café perfecto es el de no almacenar nunca grandes cantidades. Es mejor guardar poco café en casa, pero siempre de tostado reciente, y es mejor que sea en grano, antes que molido.
Obviamente, en la práctica no todos los días podemos desayunarnos con el café más refinado del mundo, así que tampoco es cuestión de perder la cabeza con este tema. Nuestro “café de diario” aguantará mucho tiempo en buen estado si lo almacenamos correctamente.
La limpieza es importante
Otro aspecto que suele pasarse por alto y que tiene tanta o más influencia que el almacenamiento en la calidad de la infusión es la limpieza. Dado que los causantes del enranciamiento del café son sus propios aceites, mantener limpias las partes de la cafetera por las que estos pasan es muy importante. Lo de que no limpiar la cafetera imprime carácter a la bebida, puede ser cierto, ¡pero seguramente no hablamos de un buen carácter! Además, también debe mantenerse en perfecto estado de limpieza el recipiente donde se almacena el café. En lugar de cargar una remesa nueva sobre los restos de la anterior, debemos limpiar el recipiente con agua y jabón y después secarlo perfectamente antes de introducir el café nuevo.